El Excmo. Sr. Obispo D. Luis María Altamirano y Bulnes nació en la hermosa población de Ciudad Serdán, del estado de Puebla, el 27 de agosto del año de 1887. Fueron sus padres el Dr. D. José M. Altamirano y Dña. Carmen Bulnes de Altamirano. Le administró el santo Bautismo el Sr. Cura D. Tomás Mantilla, y más tarde le confirió el Sacramento de la Confirmación el Ilustrísimo Sr. Dr. D. José Mariano Luque, Obispo de Chiapas. Ingresó a la escuela de su ciudad natal que dirigía el Sr. Prof. D. Francisco de P. Aburto, con notable aprovechamiento. Desde su infancia tuvo fervientes deseos por la vocación sacerdotal, manifestándolo por su recogimiento, su piedad y la frecuencia de los sacramentos.
En el año de 1899, fue llevado al Colegio Católico del Sagrado Corazón de Jesús, hoy Instituto Oriente de Puebla, y en enero de 1903 entró al Seminario Conciliar Palafoxiano, para cursar el primer año de latín. En 1906 cuando iba a comenzar sus estudios de filosofía, el Excmo. Sr. Arzobispo D. Ramón Ibarra y González lo mando a Roma para que ingresara al Colegio Pio Latino Americano. Estudio en la Universidad Gregoriana, hizo sus estudios con grande aprovechamiento graduándose como Doctor en Filosofía y Sagrada Teología. En el Colegio Pio Latino fue alumno muy distinguido. Fue ordenado sacerdote en Roma el 22 de marzo de 1913. Regresó en ese mismo año a Puebla y poco tiempo después fue nombrado Vice-Rector del Seminario y Profesor de Sagrada Teología.
Por la muerte del Sr. Arzobispo D. Ramón Ibarra y González, el Vicario Capitular D. Enrique Sánchez Paredes nombró al Sr. Altamirano como Rector del Seminario Palafoxiano.
El 8 de agosto de 1923, a los dos meses de la sentida muerte del Ilustrísimo Sr. Obispo D. Rafael Amador y Hernández, se recibió de la Delegación Apostólica un Telegrama Oficial, avisando haber sido el Sr. Canónigo D. Luis Ma. Altamirano y Bulnes, preconizado Obispo de Huajuapan de León. Por el Papa Pío XI.
El 19 de marzo de 1924 fue consagrado Obispo en la Catedral de Puebla, por el Arzobispo de Morelia D. Leopoldo Ruiz y Flores, asistido por los señores Obispos D. Serafín Armora Obispo de Tamaulipas y el Obispo auxiliar de México D. Maximino Ruiz, y apadrinado por los venerables Cabildos de Puebla y Huajuapan y varias personas particulares de ambas poblaciones.
El día 24 de mayo de 1924 hizo su entrada triunfal a la ciudad de Huajuapan Sede de su Diócesis, donde fue recibido con entusiasmo y grande alegría por la gente mixteca de la Diócesis. Entró por el Calvario en un coche que con muchos trabajos pudo llegar a esta población, porque en esos entonces no había caminos para carros.
Después de la Toma de posesión, se cantó el solemne Te Deum en Acción de Gracias.
Después, el Sr. Altamirano, desplegó todo su celo apostólico, para organizar la pastoral de la Diócesis. Puso especial atención en su Seminario para atenderlo lo mejor posible. Procuró la santificación de sus sacerdotes con los ejercicios espirituales y con las misiones populares al pueblo de Dios. El mismo año de 1924 participó en el Congreso Eucarístico Nacional, en el que tuvo una ponencia, pues él fue, un elocuente orador reconocido a nivel nacional. Celebró con gran devoción el mes de mayo predicando con grande elocuencia sobre la devoción a María Santísima en la Santa Iglesia Catedral. Con el Padre Manuel Cubas Solano fundó la Acción Católica Mexicana para organizar el apostolado de los laicos según las directrices del Papa Pio XI. Promovió la devoción a la Santísima Virgen de la Aurora con el rosario de la Aurora y la Misa Sabatina. A la Virgen de la Aurora le encomendó el cuidado de la Diócesis, pues rezando el rosario salió al destierro, con motivo de la persecución religiosa, la mañana del 12 de mayo de 1927. Le acompañaron hasta Tehuacán el P. Senén Villagómez Amador su secretario y el P. Porfirio López Alavés.
Vivió el Excmo. Sr. Altamirano desterrado de su patria y de su Diócesis, en San Antonio, Texas, U. S. A., de donde regresó a su Diócesis el 7 de agosto de 1929. A su paso por la Parroquia de Santiago Petlalcingo, Pue., fue recibido con mucho cariño por el pueblo cristiano, y el Seminario, que había vivido en el exilio con los superiores.
En el atrio del templo parroquial el P. Demetrio Camarillo y Flores leyó una sentida y expresiva pieza oratoria de BIENVENIDA. En el banquete que fue ofrecido en honor del pastor que regresaba del exilio, fue también declamada una inspirada poesía, por su autor el P. Nicolás López Herrera.