Acontecimientos

El 25 de julio del 2026 se conmemoran los 500 años de la llegada de la orden de predicadores (Dominicos) a nuestro país, y en el 2029 los 500 años de la llegada al valle de Oaxaca y comunidades en lo que hoy es nuestra Diócesis de Huajuapan.

Los frailes de Santo Domingo (Orden de predicadores o Dominicos) llegaron a nuestro país en el año de 1526, (Tomas Ortiz, que venía como guardián o superior, Vicente de Santa Ana, Diego de Sotomayor, Pedro de Santa María, Justo de Santo Domingo, Gonzalo Lucero (Diacono) Pedro Zambrano y Bartolomé de Calzadilla), se embarcó hacia la distante América. Al detenerse en la isla La Española se les unieron cuatro religiosos más: Alonso de las Vírgenes, Domingo de Betanzos, Diego Ramírez y Vicente de las Casas. Lucero y de Betanzos iniciaron desde luego y para siempre una fraternal amistad, que beneficiaria, en el futuro, a la creación y desarrollo de la provincia dominica de Santiago de México.

Los doce padres dominicos arribaron al puerto de Veracruz el 19 de junio de 1526 y representaban a los primeros de su orden que pisaban la Nueva España. No se sabe con certeza la fecha en que llegaron a la capital de México, pero se estima que fue la víspera o el día de la conmemoración religiosa del Apóstol Santiago, el 25 de julio, y por circunstancias, lo eligieron más tarde, como su patrono y titular de su provincia.

A su arribo a esta ciudad, fueron festivamente recibidos tanto por Hernán Cortes como por los frailes franciscanos, quienes les habían precedido, también número de doce, en su llegada al territorio mexicano, el 13 o 14 de mayo de 1524.

Fueron ellos, los que gustosos los acomodaron en su primitivo convento, del cual salieron algún tiempo después para ocupar su provisional y modesta casa en la ciudad de México. Más tarde, en 1530, los dominicos se ocuparían en construir su convento definitivo en la misma localidad.

Casi un año después de haber arribado, la desgracia cayó sobre el grupo. Cinco de ellos (Pedro de Santa María, Justo de Santo Domingo, Vicente de Santa Ana, Diego de Sotomayor y Bartolomé de Calzadilla) enfermaron gravemente y murieron, por lo que cuatro de ellos de los siete restantes, asustadizos de perder la vida, regresaron pronto a su país de origen. Ellos fueron. Tomas Ortiz, Pedro Zambrano, Diego Ramírez y Alonso de las Vírgenes. Solo quedaron Domingo de Betanzos, Gonzalo Lucero y Vicente de las Casas, quien ya había profesado.

Betanzos como superior de la reducida orden, procuró que Lucero se ordenara, pues entonces era solo diácono. Pero como en esa época no había obispo en la Nueva España, hizo que se trasladara a la Habana, donde recibió el presbiterado.

De regreso a México canto su primera misa, convirtiéndose así en el primer sacerdote que celebro misa nueva en tierra mexicana bajo los auspicios de su padre provincial, fray Domingo de Betanzos.
Constaba únicamente con veintitrés años de edad cuando fue nombrado maestro de novicios en el primitivo convento dominico de México, cargo en que duró casi dos años desde 1527 hasta principios de 1529.

Llegan a la mixteca los primeros Dominicos

En 1529, el vicario general, fray Vicente de Santa María, que siguió de Betanzos en su ejercicio, envió a Lucero junto con el diacono fray Bernardino de Tapia a la entonces villa de Antequera para fundar en este lugar un convento de la orden dominica. 
No se sabe el tiempo que permanecieron, en esta ocasión en esa entidad, pero si se tiene conocimiento que durante este lapso Lucero se dedicaba con verdadero ahínco, aunque pasando increíbles privaciones, a la enseñanza y propagación del catolicismo en los lugares más recónditos de Oaxaca, usando todos los medios imaginables, ya que no podía hacerlo con la expresión hablada por desconocer las lenguas indígenas (se hablan dieciséis lenguas sin contar con los dialectos derivados del zapoteco y mixteco), Tapia se dedicaba con gran tesón a abrir zanjas y buscar las apropiadas piedras con que llenarlas para levantar los cimientos de su futura casa. Así mismo, se cuenta, que con sus propias manos fabricaba adobes para construir los muros, que, aunque frágiles, sostendría la techumbre que más tarde cubriría el espíritu de la provincia de Oaxaca.

En alguna época, salieron los dos frailes, Lucero y Tapia, a la capital del virreinato para entrevistarse con el vicario general, fray Vicente de Santa María, quien, en 1528, acompañado de veinticuatro padres dominicos, procedente de España, habían llegado a México y ocupado el cargo de Betanzos que se encontraba por entonces en Guatemala.

En esta ocasión, le manifestaron al vicario la facilidad que ofrecía Oaxaca para establecer nuevas fundaciones. Su estadía se prolongó por dos años debido al conflicto suscitado entre los dominicos de México y los de la isla La Española. Los primeros deseaban fundar una provincia independiente de la Santa Cruz establecida en esta localidad a la cual se hallaban subordinados.

¿En qué parroquias se festeja este gran acontecimiento en nuestra Diócesis?

De acuerdo a información recabada, en nuestra Diócesis de Huajuapan se fundaron centros misionales y conventos de la orden en lugares estratégicos o de intercomunicación entre las naciones mixteca y zapoteca tal es el caso de: Chila, Huajuapan, Tonalá, Coixtlahuaca, Tequixtepec, entre otros.

Chila (1535)
En el 2035 en esta parroquia se debe celebrar con gran júbilo la fundación del primer convento de la nación mixteca puesto que fue el primer centro misional en la actual Diócesis y uno de los conventos más importantes en su tiempo.

Coixtlahuaca (1546)
En el 2046 esta parroquia debe celebrar con júbilo la fundación de uno de los conventos más importantes de la ruta dominica, puesto que fue uno de los conventos con mayor florecimiento en la evangelización de la mixteca alta.

Tonalá (1550)
En el 2055 esta parroquia debe celebrar con gran júbilo la fundación de su convento puesto que atendió a diversos pueblos de la mixteca.

Tequixtepec (1576) y Huajuapan (1578)
En el 2076 y 2078 respectivamente se deben celebrar los 500 años de fundación de estos conventos importantes en la evangelización de la región.


A todo esto, en el 2026 toda nuestra Diócesis deberá celebrar con júbilo, armonía y espíritu de comunión la llegada de quienes iniciaron el proceso de evangelización en nuestras tierras y gracias a ello, es posible la existencia de muchos templos, costumbres, tradiciones, pero sobre todo la fe católica en nuestros pueblos.

Oremos y pidamos a Jesús que nos permita celebrar este gran acontecimiento sin olvidarnos que él se hizo presente mediante esta gran orden de predicadores.

Información y redacción I.I Cronista Mariano Ramos en coordinación con la Comisión Diocesana para la Pastoral de las Comunicaciones Sociales.

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